Del amor
Rosa Montero
EL PAÍS, 28-01-2014
http://elpais.com/elpais/2014/01/27/opinion/1390827996_544810.html
Llevo días resistiendo la tentación de escribir sobre los líos
de Hollande porque me parecía que era rendirse al morbo más cotilla
y a los bajos instintos. Pero, claro, es que hasta los medios serios
lo sacan en portada. ¿Por qué nos interesa tanto este culebrón
sentimental? En primer lugar, quizá porque resulta incomprensible
que ese garbanzo poco cocido que es Hollande tenga tanto éxito con
las mujeres, y eso puede ser alentador para la gente que se considere
poco atractiva, del mismo modo que las viejas películas de Landa, en
las que el actor ligaba con rubias reventonas, eran un lenitivo para
los feos (pero no se equivoquen: lo de Hollande solo demuestra que el
poder es, en efecto, un afrodisíaco para ciertas mujeres; o sea que
los feos sin poder lo tienen crudo).
Luego está la inquietante sospecha de que, cuando uno anda metido
en un tobogán emocional de ese calibre, no tiene la cabeza para nada
más. Al menos yo, en momentos así, no he podido ni escribir ni
pensar ni ser persona, pero claro, yo no era el presidente de un
país. Y así como el exministro inglés David Owen demuestra en su
fascinante ensayo En el poder y en la enfermedad que la salud,
otro tema tan privado como el amor, puede terminar teniendo tremendas
consecuencias públicas (las depresiones de Lincoln o De Gaulle, el
trastorno bipolar de Churchill…), cabe temer que los arrechuchos
sentimentales te dejen las neuronas perjudicadas durante cierto
tiempo. Por último, creo que hay otra razón para nuestro interés,
algo de lo que no se habla porque nos parece cursi y pueril
mencionarlo, y es la importancia que le damos al amor, al espejismo
del amor, a la droga del amor, a ese fuego que nos arde en las
entrañas, a la punzante nostalgia por tenerlo, si ahora mismo no lo
gozamos. Sí: aunque parezca mentira, el efímero y tembloroso
ensueño del amor también influye en el mundo.
Webconferencia AVIP
lunes, 28 de abril de 2014
lunes, 7 de abril de 2014
Pronóstico
http://elpais.com/elpais/2014/03/30/opinion/1396190792_871393.html
Pronóstico
Almudena Grandes
EL PAÍS, 31- 03 - 2014
Soy madrileña, hija de madrileños, nieta de madrileños, aunque pocas veces he alardeado de esa condición. Hoy voy a hacerlo, porque Madrid es mi ciudad, porque me pertenece tanto como yo a ella. Porque mis padres apenas tuvieron la oportunidad de manifestarse en sus calles, pero mis abuelos y mis bisabuelos sí lo hicieron. Y porque yo, que lo he hecho muchas veces, tengo la santa intención de seguir saliendo a la calle a protestar mientras me sostengan las piernas.
Soy madrileña. Tanto o más que los comerciantes de la Puerta del Sol, que la señora alcaldesa, que sus concejales. Por eso padezco una ciudad sucia, unos transportes públicos muy caros, impuestos abusivos, obras superfluas e inacabables, unos servicios públicos degradados, las consecuencias del faraónico endeudamiento del alcalde Gallardón y las derivadas de los estruendosos fracasos —Olimpiadas, Eurovegas, etcétera— en los que han naufragado de la mano el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid.
Soy madrileña, pero invito a cualquier ciudadano español, dondequiera que haya nacido, a acompañarme en el sonrojo universal que inspira la última ocurrencia de Botella, que ha sido secundada por todo un ministro del Interior. Fernández Díaz ha apoyado el recorte del derecho de manifestación, en defensa de los derechos de quienes no se manifiestan, aunque sabe que, y cito textualmente, “probablemente su propuesta no concuerde con la lectura unánime de la legalidad que hacen los tribunales”. Esta última declaración es bochornosa, pero bien mirada, da más miedo que vergüenza. ¿Cuántos violentos destrozando escaparates, cuántos policías indefensos, cuántos operativos de seguridad defectuosos harán falta para destruir la unanimidad jurídica que contraría la voluntad del ministro? Yo que ustedes, empezaría a entrenarme para correr el maratón. Me temo que nos va a hacer falta.
Pronóstico
Almudena Grandes
EL PAÍS, 31- 03 - 2014
Soy madrileña, hija de madrileños, nieta de madrileños, aunque pocas veces he alardeado de esa condición. Hoy voy a hacerlo, porque Madrid es mi ciudad, porque me pertenece tanto como yo a ella. Porque mis padres apenas tuvieron la oportunidad de manifestarse en sus calles, pero mis abuelos y mis bisabuelos sí lo hicieron. Y porque yo, que lo he hecho muchas veces, tengo la santa intención de seguir saliendo a la calle a protestar mientras me sostengan las piernas.
Soy madrileña. Tanto o más que los comerciantes de la Puerta del Sol, que la señora alcaldesa, que sus concejales. Por eso padezco una ciudad sucia, unos transportes públicos muy caros, impuestos abusivos, obras superfluas e inacabables, unos servicios públicos degradados, las consecuencias del faraónico endeudamiento del alcalde Gallardón y las derivadas de los estruendosos fracasos —Olimpiadas, Eurovegas, etcétera— en los que han naufragado de la mano el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid.
Soy madrileña, pero invito a cualquier ciudadano español, dondequiera que haya nacido, a acompañarme en el sonrojo universal que inspira la última ocurrencia de Botella, que ha sido secundada por todo un ministro del Interior. Fernández Díaz ha apoyado el recorte del derecho de manifestación, en defensa de los derechos de quienes no se manifiestan, aunque sabe que, y cito textualmente, “probablemente su propuesta no concuerde con la lectura unánime de la legalidad que hacen los tribunales”. Esta última declaración es bochornosa, pero bien mirada, da más miedo que vergüenza. ¿Cuántos violentos destrozando escaparates, cuántos policías indefensos, cuántos operativos de seguridad defectuosos harán falta para destruir la unanimidad jurídica que contraría la voluntad del ministro? Yo que ustedes, empezaría a entrenarme para correr el maratón. Me temo que nos va a hacer falta.
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