Una columna de Maruja Torres
http://elpais.com/elpais/2013/04/17/opinion/1366212170_754810.html
martes, 23 de abril de 2013
martes, 16 de abril de 2013
La especie elegida
A diferencia de la selección artificial
que el hombre lentamente efectúa con animales y plantas, potenciando
determinadas características para mejorar su productividad, la selección
natural no persigue ningún objetivo. Es más, no hay variantes génicas mejores
que otras en sentido absoluto, sino que todo depende de las circunstancias del
medio ambiente. Lo que es favorable en un momento dado, puede no serlo en otro.
Además, por un fenómeno que se conoce como mutación, de cuando en cuando nacen
individuos con variantes nuevas, pero de ninguna manera los hábitos o
necesidades de los individuos determinan en qué dirección se producirán las
mutaciones. No obstante, éstas son una fuente inagotable de novedades sobre las
que actúa la selección natural, modificando con el tiempo las especies e
impulsando su evolución. Las mutaciones no producen por sí solas nuevas
especies, sino que aumentan la variabilidad de las existentes.
El azar también representa un papel
importante en la evolución; por ejemplo, cuando unos pocos individuos
sobreviven aleatoriamente (es decir, solo por su buena suerte) a una catástrofe
ecológica que diezma los efectivos de su especie, o cuando unos pocos
individuos son transportados pasivamente por las fuerzas de la naturaleza (el
viento, los ríos o las corrientes marinas) para fundar un nueva población. Las
características de estos individuos seleccionados por el azar podrían no ser
las más frecuentes en la población original y, sin embargo, son el punto de
partida de la evolución posterior.
Juan Luís Arsuaga e Ignacio Martínez
martes, 9 de abril de 2013
La huella de Thatcher
Esta semana comentamos un editorial
http://elpais.com/elpais/2013/04/08/opinion/1365450988_832450.html
http://elpais.com/elpais/2013/04/08/opinion/1365450988_832450.html
jueves, 4 de abril de 2013
Grabación
Ya está disponible la grabación de "Vaciados" de Juan José Millás en Cadena Campus
http://www.intecca.uned.es/portalavip/grabacion.php?ID_Sala=76557&ID_Grabacion=79594&hashData=a998147fe8a5a7659c6cf928fc02a8a3&paramsToCheck=SURfR3JhYmFjaW9uLElEX1NhbGEs
http://www.intecca.uned.es/portalavip/grabacion.php?ID_Sala=76557&ID_Grabacion=79594&hashData=a998147fe8a5a7659c6cf928fc02a8a3&paramsToCheck=SURfR3JhYmFjaW9uLElEX1NhbGEs
martes, 2 de abril de 2013
Juan Valera
Tal vez la influencia del cristianismo no ha sido favorable en la mujer al
desarrollo de ciertas calidades activas, de ciertas brillantes energías del
alma. La modestia, el recogimiento, la resignación, la sumisión, el sacrificio
y la humildad son las virtudes que el cristianismo infunde más en el alma de
las mujeres. Todo esto es contrario hasta cierto punto, al papel de filósofas y
de maestras de las gentes. El consejo de la primera mujer trajo al mundo la
muerte y el pecado. ¿Cómo ha de atreverse una mujer humildemente cristiana a
aconsejar y a enseñar a las muchedumbres? Nuestra religión le baja el orgullo y
la somete al hombre. Si una mujer nos salvó de la muerte y del pecado no fue
con sabiduría, ni con enseñanzas, ni con energías briosas de la inteligencia,
sino con humilde conformidad y muda obediencia a los divinos decretos. Todas en
ella fueron virtudes pasivas. Llevó en su seno al Salvador; le crió a sus
pechos; lloró su muerte al pie de la cruz. El tipo ideal de la mujer cristiana
es la Virgen y la madre dolorosa. La manifestación real de la mujer cristiana
en la vida es la esposa retirada, cuidando de su casa y de sus hijos, afanada
en las labores y cuidados domésticos; la virgen asceta, solitaria y silenciosa,
y la hermana de la caridad, consagrada al alivio de nuestros males y miserias.
Cuando el hombre, en las épocas de gran fe cristiana, ha levantado a la mujer
sobre un pedestal deslumbrante de gloria y le ha tributado adoración y culto,
ha sido como imagen transfigurada de aquellas humildes virtudes, o como una
alegoría, un símbolo o una idea, ya de la filosofía, ya de la misma religión,
ya de la hermosura. El hombre la ha humillado hasta hacer de ella su sierva o
la ha encumbrado hasta hacer de ella una deidad; pero no ha sabido hacer de
ella una compañera, una igual, un sujeto merecedor de toda su confianza.
Juan Valera
Crítica literaria (1864-1871)
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