Usted se cree una persona libre, pero, de hecho, más de la mitad de sus actos a lo largo del día son simples acciones y reacciones mecánicas, que realiza con la conciencia manipulada a distancia. Cualquier conductor ha pasado por esta experiencia. Durante un largo viaje en coche uno puede conducir muchos kilómetros desde el subconsciente. De pronto, como si despertara de un sueño y volviera a la realidad, el conductor cae en la cuenta de que está a punto de llegar a su destino sin haber reparado en algunas ciudades que ha dejado atrás. Pese a esta falta de conciencia el conductor ha cumplido con todas las normas de circulación. Ha puesto el intermitente al adelantar, ha respetado la línea continua, ha guardado las distancias, no ha sobrepasado el límite de velocidad. Realmente ha conducido ejerciendo él mismo de piloto automático, mientras su cerebro estaba en otra parte, ajeno al paisaje que atravesaba. Tal vez había percibido que una abubilla levantaba el vuelo desde un sembrado o que había un perro aplastado en medio de la carretera. Esta experiencia puede aplicarse a todos los aspectos de la conducta humana. Suena el despertador, el ciudadano salta de la cama, se ducha, se afeita o se maquilla, desayuna café con leche y media tostada, sube al coche, se mete en el atasco, llega a la oficina, sonríe al jefe, saluda a los compañeros, revisa los papeles, habla docenas de veces por el móvil, almuerza el plato del día, hay más papeles en el despacho, termina la jornada, cierra el ordenador, se mete en el atasco, el portal, el llavín, la casa, la mujer, el marido, los hijos, la noche, la cena, la televisión, la cama. Y así un año y otro año cumpliendo siempre las reglas con palabras y gestos repetidos frente al vuelo de una abubilla o a la visión de un perro despanzurrado convertidos en el gran acontecimiento de la vida. Un zombi no es exactamente un muerto viviente sino un ser cuya voluntad está poseído por otro. Robot es una palabra checa que significa 'esclavo'. Alguien que es dueño de nuestros actos va tirando de los hilos hasta que de pronto un día uno se encuentra al final del trayecto sin darse cuenta de que ha vivido. Me pregunto en qué parte secreta del cuerpo tenemos la batería.
martes, 8 de noviembre de 2011
lunes, 31 de octubre de 2011
María Zambrano
El Mercurio, Santiago de Chile, 20 de octubre de 2002
Habiendo un hablar, ¿por qué el escribir? Pero lo inmediato, lo que brota de nuestra espontaneidad, es algo de lo que íntegramente nos hacemos responsables, porque no brota de la totalidad íntegra de nuestra persona; es una reacción siempre urgente, apremiante. Hablamos porque algo nos apremia y el apremio llega de fuera, de una trampa en que las circunstancias pretenden cazarnos, y la palabra nos libra de ella. Por la palabra nos hacemos libres, libres del momento, de la circunstancia asediante e instantánea. Pero la palabra no nos recoge ni, por tanto, nos crea, y, por el contrario, el mucho uso de ella produce siempre una disgregación; vencemos por la palabra al momento y luego somos vencidos por él, por la sucesión de ellos que van llevándose nuestro ataque sin dejarnos responder.
Es una continua victoria que, al fin, se transmuta en derrota.
Y de esa derrota, derrota íntima, humana, no de un hombre particular, sino del ser humano, nace la exigencia de escribir. Se escribe para reconquistar la derrota sufrida siempre que hemos hablado largamente.
Y la victoria sólo puede darse allí donde ha sido sufrida la derrota, en las mismas palabras. Estas mismas palabras tendrán ahora, en el escribir, distinta función; no estarán al servicio del momento opresor; ya no servirán para justificarnos ante el ataque de lo momentáneo, sino que, partiendo del centro de nuestro ser en recogimiento, irán a defendernos ante la totalidad de los momentos, ante la totalidad de las circunstancias, ante la vida íntegra.
viernes, 21 de octubre de 2011
De miedo
Carlos Boyero
Alguien muy sabio aconsejaba no temer más que el miedo, pero tampoco conocía la fórmula para espantar a ese depredador. Muchos niños sienten temor ante la oscuridad. Tal vez sea irracional, es la intuición de que ésta sólo la pueden habitar el desamparo y los monstruos. Los pavores de los adultos tienen más sentido. Miedo a las enfermedades lentas y devastadoras, a las pérdidas, a la locura, al fin del amor, a la traición, a la soledad, a la ruina económica. Saben que estos enemigos son reales y siempre están al acecho. Si uno dispone de dioses, la necesidad del martirio y la seguridad de que está recompensado en el más allá, imagino que esos terrores atávicos se llevan mucho mejor. Pero los agnósticos lo tienen crudo.
El mar no está incluido entre los miedos permanentes de la mayoría de los seres humanos. Su peligro sólo deben constatarlo pescadores y marinos que han sobrevivido a tormentas chungas. También conozco a unas cuantas personas a las que nadie podría convencer para que se dieran un baño nocturno en el mar después de haber sufrido la secuencia inicial de Tiburón y su instalación a perpetuidad en el subconsciente. También tengo recuerdos de infancia que me aseguran que los monstruos en el cine japonés salían siempre del mar, pero sabías que era de mentira.
El mar existe para ofrecer relajamiento a los sentidos al observarlo, crear ensoñación, alimentar la poesía y la literatura, simbolizar la libertad en tantas películas (unas buenas y otras malas) en las que inevitablemente sus perdidos o angustiados personajes encuentran la liberación espiritual al encontrarse finalmente con él.
Pero ese monstruo algunas veces ataca sin declaración de guerra, sin que nadie pueda imaginar un minuto antes que va a desatar el fin del mundo. La imagen de esas aguas tranquilas que se repliegan de la playa para embestir inmediatamente con los atributos del Apocalipsis protagonizará las pesadillas de los que sobrevivieron al infierno
lunes, 17 de octubre de 2011
El hombre de al lado
Sinopsis
Una simple pared puede dividir dos mundos, dos maneras de vestir, de comer, de vivir. De un lado Leonardo, fino y prestigioso diseñador que vive en una casa realizada por Le Corbusier. Del otro Victor, vendedor de autos usados, vulgar, rústico y avasallador. Victor decide hacer una ventana para tener más luz, y ahí empieza el problema: cada uno toma conciencia de la existencia del otro. La mirada del extraño corroe y pone en entredicho una vida aparentemente normal, y abre la puerta a los miedos, a las miradas y a las actitudes más viles.
jueves, 13 de octubre de 2011
Curso 2011-2012
Bienvenidos a Comentario de Texto. Me llamo Carlos Cuesta y soy profesor tutor de la asignatura en Getafe y Móstoles. En la tutoría, nos entrenaremos en las diferentes partes del Comentario: el resumen, el tema o idea principal, y la opinión personal. Juntos iremos, paso a paso y texto a texto, mejorando nuestra capacidad para entender y producir textos escritos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)